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"¿Qué que pienso de los trastornos alimenticios? La verdad es que no sabría ni por dónde empezar. Yo lo empecé como una tontería, como algo que iba a poder parar. Empecé un día, y para cuando me di cuenta no sabes cómo salir de ahí. Ya no era yo la que controla a la enfermedad, era ella la que me controlaba a mí como si fuera más fuerte que todo. Me prometía una y otra vez no volver a caer, dejarlo, pararlo, salir como sea de ese pozo sin fondo, de ese agujero negro… pero vuelve, ella siempre vuelve. Se acaba convirtiendo en una obsesión y tu mente solo te pide más y más, nunca es suficiente. Os juro que es como una adicción, algo casi imposible de dejar. Te sientes bien, fuerte, porque eres capaz de controlar eso que la mayoría ni intenta, el hambre, la necesidad de comer… llega un momento que dejas de sentirla, dejé de sentir hambre por mucho tiempo, sientes vacío, pero no esa sensación de que el estómago te ruge ser llenado, y resulta agradable. Después de meses puedo decir que estoy curada, no del todo, mi autoimagen no ha mejorado del todo, pero he aprendido a lidiar con la comida," a convivir con ella.”

Anónimo

Bienvenido al infierno...

SER DELGADA PARA DESAPARECER:

      EL CASO DE AIMEE MOORE

Aimee Moree era una chica de 28 años que sufrió de anorexia y bulimia durante 16 largos años. Pesaba tan sólo 28 kilos.
La vida de Aimee cambió tras que abusaran sexualmente de ella en dos ocasiones. Cuando tenía sólo 7 años unos adolescentes abusaron de ella en un campamento y a los 10 años empezó a cortarse y lastimar su cuerpo. Cuatro años más tarde, cuando tenía tan solo 14 años, un conocido abusó sexualmente de ella en una fiesta. A partir de este suceso, Aimee empezó a comer menos y hacer ejercicio en exceso, fue en ese mismo año cuando la diagnosticaron anorexia.

La joven no le contó nada su familia sobre el abuso hasta los 17 años. Durante esos tres años comenzaron los atracones, su pesó se elevó hasta los 63 kilos y disgustada por estó, empezó a purgarse vomitando tras cada comida.
Desde entonces estuvo sufriendo ambas enfermedades, anorexia y bulimia, ingería alrededor de unas 15.000 calorías al día que luego vomitaba. Llegó a hacerlo hasta 150 veces al día, en ocasiones ha llegado a perder la cuenta. Comía cantidades ingentes de comida, pastas, helados, tortas de chocolate, azúcar, ketchup (ella misma se declara fan de este condimento), etc.
Se veía “fea” y “muy gorda”  con apenas 28 kilos. Aimee era una comedora impulsiva pero la comida no se le quedaba en el organismo.
Aimee ha confesado, que al comienzo del tratamiento y cuando únicamente sufría anorexia, no se cepillaba los dientes, porque pensaba que la pasta tenía calorías. Tampoco se duchaba ni se bañaba por miedo a que la sal del agua le iba a penetrar el la piel y le haría retener líquidos. Todo esto se prolongó durante tres años. 

Posteriormente, en el proceso de ambas enfermedades, Aimee medía mucho su cuerpo: sus muslos, sus brazos… le gustaba comprobar que su mano pudiera alcanzar su muñeca como fuera posible.

Aimee cuenta que al principio, para propiciar las arcadas "sacaba el vomito del inodoro y lo ponía en mi boca, esto me hacía comenzar a vomitar de nuevo".
Su sentimiento de culpa se sumía en ella incluso cuando bebía agua, el temor de engordar era desorbitado.
Las autolesiones también formaban parte de su vida, se cortaba con navajas y tallaba sus brazos hasta que sangraran para calmar su dolor psicológico. Tenía moratones recorriéndole todo el cuerpo, su piel era demasiado frágil. Al dormir , sufría un terrible dolor en sus huesos, especialmente en la cadera. Sus médicos le dijeron que poseía los huesos de una anciana de 90 años.

Por otro lado, al no tener grasa corporal siempre tenía frío, por lo que portaba una bolsa caliente en su abdomen para mantener el calor corporal. Su visión se deterioró: tenía los ojos secos y su vista era borrosa. Debido al bajo nivel de potasio, sufría náuses, mareos, cansancio y sangrado de la garganta. El cabello se le cayó en tres ocasiones y sus dientes estaban dañados como consecuencia del ácido del estómago. También sufría de gastroparesis debido a que el contenido de su estómago tardaba demasiado tiempo en vaciarse.
Aimee estuvo tomando durante mucho tiempo potasio, ya que, como se ha mencionado anteriormente, tenía unos niveles muy bajos del mismo. Durante ese proceso, otros medicamentos también la acompañaron para hacer frente a la depresión, ansiedad, psicosis y cambios de humor que sufría.

Fotografía de Aimee Moore de jóven, cuándo fue marcada

por los abusos sexuales que la llevaron a caer enferma.

Aimee Moore, ya enferma, se muestra en sus huesos y

seriamente desnutrida. La anorexia la llevaría a la muerte.

Thayrinne Machado Brotto, murio en un suburbio de Rio de Janeiro, en la madrugada del 1 de enero, pesando apenas 46 kilos. Esto fue como consecuencia de los problemas que sufría desde hacía meses, en sus ansias por adelgazar y ajustarse a los cánones que la moda establecía. Thayrinne se forzaba a vomitar después de cada comida desde hace 6 meses, fecha que coincidía con el inicio de sus problemas en el colegio.
"Ella era muy estudiosa, pero reconoció que no estaba consiguiendo concentrarse en las clases. Entonces admitió que tenía bulimia y pidió que la ayudáramos", dijo la madre de la adolescente. A pesar de que inició tratamiento psicológico y acudió a la consulta de algunos especialistas en nutrición, su problema de salud se fue agravando. Pronto después empezaron los desmayos y otros síntomas relacionados con la enfermedad, hasta que, tras ser ingresada en el hospital, murió
.

Thayrinne Machado Brotto

Ana Carolina Reston

Ana Carolina Reston, era modelo brasileña de 21 años que murió a raíz de una infección generalizada provocada por la anorexia. Su historia causó enorme impacto en Brasil, estuvo internada desde el 25 de octubre de 2009 por causa de una infección urinaria que, por su extrema delgadez, se transformó rápidamente en un cuadro de insuficiencia renal y luego derivó en una infección generalizada.

La joven medía 1,74 metros de altura y su peso apenas rozaba los 40 kilos. Trabajaba para L'Equipe, sus exhuberantes ojos verdes  ya le habían otorgado un lugar entre las agencias internacionales como Ford y Elite.
En el momento de su fallecimiento su índice de masa corporal era de 13,21, cuando para la Organización Mundial de la Salud debería variar entre 18,5 y 24,9.
"Ana Carolina apenas se permitía disfrutar de un poco de tomate o alguna manzana. Y después de una refección más completa, solía ir al baño para vomitar lo ingerido", cuenta Geise Strauss, prima de Ana Carolina y con quien convivía siempre que regresaba a Sao Paulo.

Eliana Ramos

Eliana Ramos, era una modelo uruguaya que trabajaba en la agencia de Pancho Dotto, murió con un cuadro de "alimentación deficitaria", según informó la prensa del país.

Dotto por su parte aseguraba que la chica se alimentaba bien, era muy saludable y hacía deporte, consideraba inoportuno en este caso que se hablara de anorexia o bulimia en la joven.

Eliana Ramos, fue encontrada por su abuela, en su casa de Montevideo, mueryta, con tan solo 18 años. La policía declaró que el fallecimiento se debió a causas naturales, ya que no se encontraron signos de violencia en su cuerpo. Fuentes de la investigación citadas por el Canal Montecarlo TV indicaron que el cuadro primario es muerte súbita con alimentación deficitaria.
 Eliana era la hermana menor de Luisel Ramos, una joven de 22 años que cayó muerta cuando desfilaba en la pasarela de un hotel uruguayo, todo esto puso en alerta al mundo de la moda.
Eliana se encontraba bajo tratamiento psicológico por la trágica muerte de su hermana, que causó en ella desórdenes psicológicos y como consecuencia, los problemas alimenticios que acabaron con su vida.

A la izquierda, Eliana Ramos. En la foto de la derecha, su hermana, Luisel Ramos, que cayó muerta cuando desfilaba en la pasarela de un hotel Uruguayo.

Todo empezó sin saber realmente cómo, yo trabajaba con un horario, que no me permitía comer. Trabajaba 2 días de noche y los otros 3 de mañana. Cuando llegaba a casa me moría de hambre y comía sin parar. ¿El resultado de esos atracones cual fue? Engordé muchísimo.
Un día vino a la oficina un neurópata y me dijo que yo nunca podría adelgazar porque era de constitución ósea ancha, luego, vino un compañero y me dijo que me estaba poniendo tremendamente gorda. En ese momento, mi cabeza hizo ‘chip’ y empezó mi lucha con las dietas, después de buscar, fui a una clínica y comencé un tratamiento con pastillas, cuando ya había perdido 10 kilos me obsesioné con las dietas y busqué en internet qué pastillas adelgazaban, me daba igual lo dañinas que fueran y las encontré, eran para obesos, las pedí y comencé a tomarlas, ya había perdido 25 kilos, estaba en  56 kilos pero me las tomé, pero también seguía tomando las otras, era un vicio para mi, cada día necesitaba verme mas y mas delgada. No quería finalizar el tratamiento en la clínica porque no quería dejar las pastillas, por eso, inventaba excusas para que me las siguieran suministrando, les decía que había engordado mucho, que necesitaba mas pero que yo no podía recogerlas, que pasarían a por ellas.


Al poco tiempo mi extrema delgadez me jugó una mala pasada, la primera de otras muchas. Me tuvieron que ingresar en el hospital, pero salía de allí porque pedía el alta voluntaria una y otra vez. Nadie se dio cuenta, mi familia estaba en Bilbao, y en Marbella, donde resido, como mis amigas tenían horarios diferentes al mio no notaban si iba a cenar y no cenaba, no se daban cuenta de si comía o no, aparentemente todo era perfecto, nadie me controlaba lo que hacía.
Pero de repente todo falló, el pelo se me caía, perdí dos muelas, tenia paranoias, estaba angustiada, tanto medicamento en mi cuerpo estaba empezando a pasar factura, incluso aprendí a vomitar y ya no comía nada, primero me quité las cenas, luego las meriendas (café, té..), luego el desayuno y por último la comida, decidí no comer. En todo el día solo tomaba 2 tazas de café solo y una coca cola light diluida en 1,5 litros de agua con gas. Llegue a pesar 42 kilos con 1,69 de altura.


Todo terminó cuando mi madre, a la cual adoro, me vio en Madrid por circunstancias de la vida y decidió irse al sur porque me vio esquelética, enferma. Mientras ella estaba  en el sur conmigo,  yo seguía en mis 13, hasta que un día me pilló vomitando, no podía dar ni tres pasos porque estaba agotada, me pasaba todo el día tumbada, excepto para el trabajo, donde me dieron la baja. Fue horroroso, llegué al tribunal médico, quería darme la baja definitiva.


En ese momento decidí que no podía s
eguir así, había hecho daño a mi familia, en especial a mi madre que gracias a ella salí de todo esto y a mi pareja que al dejar de comer y meterme tantas pastillas me afectó a la cabeza y le hice mucho daño, me arrepiento en el alma de todo eso.

Cuando llegué a Bilbao, el psiquiatra especialista en anorexia nerviosa quería ingresarme en una clínica en Santurce. Mi madre le dijo que no, que ella me cuidaría y gracias al apoyo constante día a día, salí.





También he de decir que como de todas las cosas malas que pasan en la vida, siempre hay que buscar el lado positivo, aprendí que hay que aceptarse y quererse, gracias a esa frase que mi madre me repitió una y otra vez conseguí salir.

Testimonio anónimo

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